La paz que Jesús ofrece
Martes 5 de Pascua
Ciclo B

30 de abril de 2024.

Lecturas de hoy:
Hechos 14:19-28
Salmo 145:10-13, 21

San Juan 14:27-31

27 Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.

28 Habéis oído que os he dicho: "Me voy y volveré a vosotros." Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

29 Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

30 Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder;

31 pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí.»

Palabra del Señor


"La paz que Jesús ofrece"

El Evangelio de Juan nos presenta las palabras finales de Jesús a Sus discípulos antes de Su arresto y crucifixión. Hoy encontramos un pasaje donde Jesús ofrece a Sus seguidores la paz que solo Él puede dar. Estas palabras de Jesús son un recordatorio reconfortante de Su presencia constante y Su amor inquebrantable, incluso en medio de las pruebas y tribulaciones de la vida.

Jesús comienza ofreciendo a Sus discípulos una paz que trasciende el entendimiento humano. Esta paz no es como la que el mundo ofrece, que es temporal y superficial, sino que es una paz que proviene de la presencia y el amor de Jesucristo. Es una paz que calma los temores y las preocupaciones del corazón, incluso en medio de circunstancias difíciles.

La promesa de paz de Jesús es especialmente significativa en el contexto de Su partida. Aunque los discípulos podrían sentir temor y ansiedad por Su ausencia física, Jesús les asegura que Su paz estará con ellos siempre. Esta paz no depende de las circunstancias externas, sino que encuentra su fundamento en la persona y el carácter de Jesús mismo.

Jesús también anticipa Su partida y regreso al Padre, lo que trae alegría al corazón de los discípulos. Aunque Su partida podría causar tristeza inicialmente, Él les asegura que Su partida es para su beneficio y para el cumplimiento del plan redentor de Dios.

Además, Jesús advierte sobre la inminente llegada del príncipe de este mundo, refiriéndose a Satanás. Aunque el maligno pueda intentar perturbar la paz de los discípulos, Jesús les asegura que él no tiene ningún poder sobre Él. Jesús es victorioso sobre las fuerzas del mal y Su amor por el Padre es su motivación suprema en todo lo que hace.

Juan nos ofrece un tesoro de consuelo y esperanza en las palabras finales de Jesús a Sus discípulos. Su promesa de paz nos recuerda que, incluso en medio de las pruebas y tribulaciones, podemos confiar en Su presencia constante y en Su amor inquebrantable. Que estas palabras nos inspiren a aferrarnos a Jesucristo como nuestra fuente de paz en todo momento y a encontrar descanso en Su amor eterno.